Desde la primera vez que la vi tocar, en el entonces nuevo conservatorio de Monzón, hará cinco o seis años (así que ella debía de tener diecisiete o dieciocho de edad), me conmovió su asombrosa capacidad para transmitir, con una naturalidad fresca, tímida y apasionada a la vez, todos los matices de las partituras que interpretó. Recuerdo que al terminar aquella actuación se levantó con el rostro arrebolado y estupefacto, como si acabara de despertar de un sueño, mientras sonaban los aplausos y alguien se le acercaba con un ramo de flores en los brazos. Estoy absolutamente seguro de no ser el único entre el abundante público -yo asistí apoyado en la jamba de las puertas porque no cabía un alfiler- que era consciente de estar ante los inicios de una gran pianista.
El del sábado fue un magnífico concierto en lo musical, pero además el teatro estaba casi lleno y pienso que muchos nos sentimos felices de poder disfrutar de Teresa Vilaplana aquí, en su pueblo, rodeada de familiares y amigos. Enhorabuena.
Jesús
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P.D: Escribíamos el otro día: entre sus próximos proyectos destacan su presentación a la Beca “Pilar Bayona” en el Auditorio de Zaragoza el 14 de diciembre de 2005. Pues bien: Teresa obtuvo la beca, dotada con veinte mil euros, por unanimidad del jurado. Alemania le espera.
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